Gabriel Boric critica a Donald Trump en la ONU por negar el calentamiento global y lo hace sin rodeos. En su discurso ante la 80ª Asamblea General, el Presidente chileno sostuvo que, cuando desde el mismo podio se afirma que “no hay tal cosa como el calentamiento global”, “esa no es una opinión, es una mentira”. El mensaje —sin nombrarlo— apuntó al mandatario de EE.UU., quien en su propia intervención, horas antes, calificó el cambio climático como “el mayor engaño jamás perpetrado en el mundo” y habló de “la farsa del calentamiento global”.
Fue un verdadero misil dialéctico en clave metafórica: una frase breve, precisa y con alta carga política destinada a desmontar desinformación con evidencia, sin recurrir a descalificaciones personales. En este contexto, el misil dialéctico describe un golpe argumental contundente en un foro multilateral, no una agresión; una refutación basada en hechos verificables ante afirmaciones falsas.
Para Boric, el límite es claro: se puede debatir la responsabilidad diferenciada o las mejores políticas, pero no negar la evidencia. “Podemos por cierto discutir cuáles son las mejores formas de enfrentar el calentamiento global, o quiénes son más responsables que otros, pero no podemos negarlo”, dijo, enlazando la desinformación climática con otros negacionismos que intoxican la deliberación pública.
Desde esa base, Boric critica a Trump en la ONU por negar el calentamiento global y reivindica el multilateralismo como antídoto: “El mundo necesita un verdadero diálogo… para dialogar y decidir que la barbarie no es aceptable. Que los derechos humanos se deben respetar sin importar ideologías ni de víctimas ni de victimarios. Que el derecho internacional es la garantía de que primará siempre la razón por sobre la fuerza”. El emplazamiento, subrayó, no busca silenciar opiniones, sino defender hechos que permitan diseñar políticas eficaces frente a la crisis climática.
Con su misil dialéctico, Boric no abrió una guerra personal: puso a la ONU ante una disyuntiva básica. O la Asamblea sostiene políticas ancladas en evidencia —con costos, plazos y responsabilidades claras—, o cede a la posverdad que convierte la emergencia climática en cultura de la excusa. El Presidente chileno fijó posición: ni relativismo ni insulto; datos y derecho internacional. Lo demás, dijo en el subtexto, no es debate: es mentira.