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Tres proyectos de país en disputa en las elecciones presidenciales 2025

Tres proyectos de país en disputa en las elecciones presidenciales 2025


Por Javier Pineda Olcay, Director de El Ciudadano

El próximo domingo 16 de noviembre, 15 millones de votantes en Chile acudirán a las urnas para elegir a su nuevo presidente en una contienda que refleja las profundas divisiones y los desafíos que enfrenta el país. Con un balotaje previsto para el 14 de diciembre en caso de que ningún candidato supere el 50%, estas elecciones no son solo una competencia entre personalidades, sino una batalla entre visiones opuestas sobre el futuro de Chile.

Aunque son ocho los candidatos en la contienda, el análisis se centra en los cuatro con mayor intención de voto y respaldo parlamentario: Jeannette Jara, José Antonio Kast, Evelyn Matthei y Johannes Kaiser. Las candidaturas independientes de Franco Parisi (populista de derecha), Harold Mayne-Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés difícilmente obtendrán algún escaño en el Congreso y en todas las encuestas marcan menos de un 5%, con la excepción de Parisi.

En estas elecciones presidenciales y parlamentarias existen tres proyectos en disputa: (i) un autoritarismo neoliberal propio de gobiernos como el de Gorgia Meloni, Jair Bolsonaro, Donald Trump y Javier Milei; (ii) un intento de “gran coalición” como la existente en Alemania o en Francia, con hegemonía de la derecha tradicional en alianza con sectores socialdemócratas neoliberales; y (iii) un frente popular socialdemócrata como línea de contención al autoritarismo neoliberal.

1. El Proyecto del Autoritarismo Neoliberal o Pinochetista

Este modelo, que tiene sus raíces en la dictadura de Augusto Pinochet, combina un fuerte autoritarismo en lo político con políticas económicas neoliberales. En el plano internacional, encuentra ejemplos en figuras como Jair Bolsonaro en Brasil, Nayib Bukele en El Salvador o Javier Milei en Argentina.

José Antonio Kast y Johannes Kaiser representan este proyecto, quienes compiten separadamente en las presidenciales, pero los partidos que apoyan a ambos – Partido Republicano, Partido Social Cristiano y Partido Nacional Libertario – van juntos en las elecciones parlamentarias.

Sus prioridades programáticas son comunes y solo existen diferencias en su “intensidad”. Ambos tienen propuestas para restringir libertades civiles, militarizar la seguridad pública y otorgar más poder al presidente; para restringir las políticas de migración hacia Chile, anunciando la expulsión de todas las personas migrantes en situación legal irregular y militarización de las fronteras. Kaiser incluso ha mencionado la creación de “campos de retención” para migrantes. Y en materia de agenda económico-social neoliberal, ambos candidatos prometen recortes masivos al gasto público (Kast habla de 6.000 millones de dólares y Kaiser del doble), reducción de impuestos a las grandes empresas y flexibilización de derechos laborales para, supuestamente, reactivar la economía. La reducción del gasto fiscal necesariamente deberá afectar políticas públicas sociales.

Este proyecto, que según las encuestas podría agrupar entre el 30% y 40% del electorado, demuestra la vitalidad de una derecha dura en Chile, que se ha revitalizado tras la revuelta social de octubre de 2019. El primer lugar entre ellos lo tiene José Antonio Kast, quien marca en promedio entre 20 a 25% en las encuestas, sin embargo, en las últimas semanas Kaiser ha ido creciendo a costa de Kast, existiendo proyecciones electorales en las cuales Kaiser logra desplazar a Kast, pasando a segunda vuelta junto a Jeannette Jara.

2. La Gran Coalición Neoliberal

Este proyecto es encabezado por Evelyn Matthei, esta candidatura busca reeditar los gobiernos de centro-derecha y centro-izquierda que dominaron Chile tras el retorno a la democracia desde 1990. Su estrategia es presentarse como una opción de estabilidad y gobernabilidad, intentando atraer a votantes nostálgicos de esa era. Esta apuesta, de todas formas, genera desconfianza, pues Matthei fue una acérrima defensora de Pinochet durante la dictadura e incluso, hasta los últimos días del dictador y es hija de quien fue uno de los integrantes de la Junta Militar.

Esta candidatura se encuentra estancada en un tercer lugar, a pesar de haber liderado las encuestas durante dos años. Al intentar conquistar al “centro” e incluso votantes de la socialdemocracia neoliberal, ha perdido parte de su base más conservadora, que ha migrado hacia Kast. El argumento principal es el “voto útil” para evitar un gobierno de ultraderecha que consideran “peligroso”, sin embargo, solo han logrado movilizar a sectores del empresariado, sin mover la aguja en la base electoral de la derecha.

Programáticamente, esta candidatura plantea una “mano dura moderada”, teniendo propuestas menos radicales en materia de seguridad y migración, considerando incluso la posibilidad de regularizar a personas migrantes irregulares para que puedan realizar trabajos agrícolas. En materia económica social tiene una agenda neoliberal basada también en la reducción del déficit fiscal, pero con propuestas menos radicales que las de Kast y Kaiser (por ejemplo, plantea una reducción fiscal de US $2.000 millones).

La candidata oficialista, Jeannette Jara, representa un amplio bloque que va desde el Partido Comunista y partidos de izquierda que no son parte del gobierno de Gabriel Boric hasta la Democracia Cristiana. Su principal fuerza es la unión contra la amenaza de la ultraderecha, funcionando como un “frente popular” cuyo programa original ha tenido que adaptarse para acoger a tantos aliados.

Programáticamente, no existe un proyecto país, sino más bien medidas concretas que se centran en aliviar la crisis económica de las familias: renegociación de los contratos eléctricos para rebajar las cuentas de la luz, aumento del salario mínimo a $750 dólares, creación de empleo y fortalecimiento de la salud pública, incluyendo dental y mental. En materia de seguridad, ha planteado el uso intensivo de tecnología para el resguardo de fronteras y el levantamiento del secreto bancario para la persecución del dinero del crimen organizado.

Más allá de esta elección, Jara representa la posibilidad de un gobierno progresista liderado por el Partido Comunista. Ha marcado distancias con el actual presidente Gabriel Boric oponiéndose a un polémico acuerdo entre la minera estatal Codelco y la privada SQM, y mostrando interés en que Chile se una a los BRICS+ (bloque de economías emergentes).

En un eventual gobierno de Jara, la lucha interna por la hegemonía entre comunistas y partidos de izquierda fuera del gobierno de Boric, socialistas y frenteamplistas y los partidos de la centro-izquierda tradicional será inevitable. Hasta el momento, Jara lidera la primera vuelta con proyecciones de un 30 al 38% de los votos, pero en la segunda vuelta no logra superar un 45% de la votación según las proyecciones electorales.

Conclusión: Un país en disputa

Estas elecciones en Chile son mucho más que una contienda electoral; son el reflejo de un país que no ha terminado de definir su rumbo tras el estallido social de 2019 y que es expresión también de la polarización que existe en otros países de América Latina. El capitalismo neoliberal está en crisis a nivel global, y en Chile la solución a la crisis se ha expresado en dos vías: un retorno hacia el pinochetismo, fortaleciendo las políticas neoliberales y autoritarias o una apuesta por un modelo socialdemócrata que garantiza libertades y derechos civiles, esperando acumular más fuerza para transformaciones más profundas en el futuro.

Conforme a las encuestas, Jeannette Jara se impone en la primera vuelta, pero es derrotada en la segunda vuelta, solo teniendo un resultado más estrecho y posibilidades de ganar si pasa en contra de Johannes Kaiser. Y en la derecha, si bien Kast se ha mantenido en el primer lugar de los candidatos de la derecha, ha sido fuertemente amenazado por Kaiser, lo cual podría significar que Kaiser sea quien pase a segunda vuelta o la disputa entre ambos por el electorado de la derecha pinochetista le permita a Evelyn Matthei pasar a segunda vuelta.

La única certeza es que, sin importar quien gane, las profundas tensiones sociales y políticas mantendrán a Chile en un estado de disputa permanente.



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