El Partido Acción Nacional en Puebla atraviesa una profunda fractura interna que queda evidente en la disputa por la dirigencia del Comité Municipal en la capital poblana. Los perfiles que hoy se presentan como candidatos son, en realidad, piezas de un tablero político dominado por dos corrientes enfrentadas: el grupo liderado por Eduardo Rivera Pérez y el bloque encabezado por Mario Riestra Piña.
En esta pugna, Manolo Herrera Rojas y Guadalupe Leal Rodríguez no son más que piezas manipuladas por estas dos fuerzas, quienes concentran el verdadero poder en el partido sin consultar ni tomar en cuenta la voz de la militancia.
Manolo Herrera, ex regidor y ex diputado suplente, ha recibido el respaldo explícito del “riestrismo”, la facción de Mario Riestra, así como de figuras que han sido sus padrinos políticos desde sus inicios en el PAN, como Mónica Rodríguez Della Vecchia y Pablo Rodríguez Regordosa. Su candidatura representa, por tanto, el interés de la cúpula que hoy dirige el Comité Directivo Estatal.
Por otro lado, Guadalupe Leal, ex diputada local, se postula nuevamente tras haber sido derrotada en un proceso anterior, pero esta vez con el respaldo de Eduardo Rivera y sus aliados, incluyendo a ex presidentes municipales y regidores que siguen influyendo en las decisiones del partido en la capital. Sin embargo, su campaña arrastra la sombra de las derrotas recientes de Rivera en la política poblana, así como el cuestionado manejo de candidaturas en otros estados.
Lejos de ser un proceso democrático que fortalezca la participación interna, estas elecciones parecen un mero reparto de cuotas de poder entre los grupos de Rivera y Riestra, dejando de lado a la base del partido, que permanece al margen de estas negociaciones.
Mientras la militancia panista espera mayor apertura y representación, las decisiones continúan concentrándose en una cúpula cerrada que se niega a renovar verdaderamente los cuadros y abrir espacio a nuevas voces. La disputa no es entre perfiles que representen a la militancia, sino entre facciones que buscan preservar sus intereses personales bajo el disfraz de una contienda interna.
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Así, el PAN en Puebla reafirma la percepción de un partido que, en lugar de renovarse, se auto perpetúa en estructuras cerradas donde el poder se concentra y la participación queda relegada a un segundo plano.
Foto: Redes
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