LOS ÁNGELES, CALIFORNIA, JUNIO 2025. En un momento de creciente polarización y agitación social en Estados Unidos, el gobernador de California, Gavin Newsom, se dirigió a la ciudadanía californiana y al resto de la nación la tarde del 10 de junio de 2025, a las 18:30 horas, tiempo de California. En un mensaje que buscó ser conciliador, Newsom hizo un llamado a la unidad y a la cordura, enfatizando la importancia de la cohesión social ante los desafíos que enfrenta el estado y el país. Asimismo, recordó -citando al antiguo ministro de la Suprema Corte Louis Brandeis-, que la soberanía más importante en su país no es la del presidente, ni la del gobernador, sino la soberanía ciudadana.
«El despacho más importante no es el del presidente, ni el del gobernador, sino el Despacho del Ciudadano. Y en este momento, todos nosotros debemos vernos sujetos a un nivel superior de rendición de cuentas. Así que si usted ejercita su derecho a la Primera Enmienda (derecho de manifestación), por favor hágalo de manera pacífica».
Su declaración se produce en un contexto de intensas manifestaciones y enfrentamientos en varias ciudades, especialmente en Los Ángeles, lo que subraya la urgencia de su intervención.
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El mensaje de Newsom contrasta fuertemente con las recientes declaraciones de Donald Trump, quien ha intensificado sus críticas hacia el gobernador demócrata. En sus últimas intervenciones públicas, Trump ha tildado a Newsom de «débil» y «desastroso», acusándolo de no tener control sobre la situación en California y de permitir que el estado caiga en el caos. Estas declaraciones, que han circulado ampliamente en redes sociales y medios conservadores, buscan capitalizar el descontento y ahondar la brecha política, pintando a Newsom como un líder incapaz de gestionar la crisis. La retórica de Trump no solo ataca la gestión de Newsom, sino que también refuerza la narrativa de un estado al borde del colapso, alimentando la desconfianza en las instituciones.
La intervención de Newsom se enmarca en un escenario de escalada de tensión en Los Ángeles. Entre el 11 y el 12 de junio, la ciudad fue testigo de graves colisiones entre manifestantes, fuerzas policiales y militares. Las protestas, que inicialmente eran pacíficas, derivaron en altercados violentos, saqueos y vandalismo, especialmente en zonas comerciales y residenciales.
El motivo de las protestas fue la implementación de operativos violentos por parte de ICE a partir del viernes, en los que más de un centenar de latinos han sido detenidos hasta el momento, al menos 35 de ellos mexicanos. Según versiones, las detenciones se han efectuado al margen del debido proceso judicial establecido por las leyes estadounidenses, lo que se ha convertido ya en una constante durante el segundo mandato de Donald Trump.
Ante la gravedad de la situación, las autoridades se vieron obligadas a imponer un toque de queda en los distritos más afectados por los enfrentamientos (Little Tokyo, Distrito de la Moda, Distrito de las Artes, Barrio Chino, Partes de South Park y del Viejo Centro de Los Ángeles.
Estas medidas restrictivas han generado un debate intenso sobre la libertad de expresión, el derecho a la protesta y el uso de la fuerza por parte del Estado, poniendo en evidencia la delicada balanza entre la seguridad pública y las libertades civiles en tiempos de crisis.
FOTOGRAFÍA: YOU TUBE
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