Un estadio para la U y el Colo para los colocolinos
Politica

Un estadio para la U y el Colo para los colocolinos


Marco Enríquez-Ominami

Una cosa es el deporte y otra el fútbol. Alguien puede ser futbolero, por ejemplo, y no haber corrido en su vida una cuadra ni para tomar la micro. Otros, como yo, somos futboleros pero nuestro deporte es otro; en mi caso el tenis. En mi casa no encontrarán pelotas de fútbol, solamente raquetas. Pero sí que encontrarán camisetas de la U, de la selección, y un par del Colo que, huelga aclarar, no son mías. ¿Por qué? Porque el fútbol es, más allá que un deporte, un fenómeno social que se incrustó en la identidad y el corazón de la gente y de los pueblos. Hacer políticas sobre fútbol es popular, no populista. O al menos no es populista en el sentido en el que el centrismo leninismo deformó el concepto.

Mi propuesta sobre fútbol es mucho más compleja que lo que algunos comentaristas han querido ver con mi compromiso con el estadio de la U. Mi propuesta comienza con la transformación del fútbol chileno desde un negocio de propiedad exclusiva de un puñado de millonarios, a un modelo mixto, público-privado y democrático que funcione como el alemán, en el que son los socios deportivos de un club quienes controlan sus destinos.

Mi propuesta consiste en una reforma estructural del modelo de propiedad del fútbol chileno, basada en el principio 50+1, para que así los clubes vuelvan a la gente. Vuelvan a ser populares. Eso quiere decir que el 50+1 del derecho a voto debe estar en manos de los socios e hinchas organizados, garantizando de ese modo el control democrático de los clubes. Ni el Colo-Colo, ni la Católica, ni el Palestino, ni ningún club, pueden ser tratados como simples marcas o acciones para ser compradas o vendidas en las bolsas.

Sin duda mi propuesta para el fútbol es difícil, pero no imposible. Menos aún es demagógica. El mentado compromiso que he hecho con el estadio de la U tampoco lo es. Primero porque esta propuesta no me la saqué de la manga: es un clamor que han levantado varios movimientos de hinchas, de distintos clubes de fútbol, no solo en Chile, sino que en todo el mundo. Segundo, porque no se puede confundir pensar en grande con lo imposible. Imposible fue para el presidente Piñera el Mapocho navegable. A diferencia de él, la presidenta Bachelet pensó en grande, no en imposibles, y se comprometió y cumplió con la construcción y renovación de varios estadios. Proyectos que yo, como diputado, tuve el honor de acompañar.

Por eso es que entiendo bien la diferencia entre lo demagógico y pensar en grande. Yo lo que hago es pensar en grande. La Católica, el Colo, el Everton, y en general, todos los equipos tienen su estadio. Entonces, ¿por qué no lo iba a tener la Universidad de Chile o cualquier otro club que lo necesite y desee?

Los chilenos saben que necesitamos más trabajo, y que yo he propuesto un ambicioso plan de obras públicas para generar un millón de empleos. Y qué puede ser más ambicioso que construir de una buena vez y por todas, el manoseado estadio de la U, como parte de ese mismo plan. Un estadio es un estadio, pero también es trabajo, también es un espacio público para un territorio y las comunidades que viven en él. También son escuelas de fútbol, de tenis, de basketball, parques de skate y espacios para el arte y la cultura.

Mi plan para cambiar el fútbol es amplio y complejo. No es un estadio, no es un club. Es un Nuevo Trato con Chile, enfocado en la generación de empleo y obras públicas, pero con sentido. Y mi propuesta para el fútbol, su corazón, es devolver los clubes a sus hinchas: el Colo a los colocolinos, la Cato a los cruzados, el Wanderers a los caturros, en fin… el fútbol a su gente.

Si compartes esta visión sobre el fútbol como espacio de participación, comunidad y dignidad; si crees que los clubes deben volver a manos de sus hinchas y que un estadio es también una inversión en trabajo y territorio, entonces te invito a apoyarla. Patrocina esta candidatura en patrocinantes.servel.cl con tu RUT y tu clave única. Porque solo con tu patrocinio, aunque no votes por mí, estas ideas podrán entrar al debate presidencial.

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